miércoles, 15 de septiembre de 2004

Octavio Paz -Primero de enero-

Primero de enero

Las puertas del año se abren,
como las del lenguaje,
hacia lo desconocido.
Anoche me dijiste:
mañana
habrá que trazar unos signos,
dibujar un paisaje, tejer una trama
sobre la doble página
del papel y del día.
Mañana habrá que inventar,
de nuevo,
la realidad de este mundo.
Ya tarde abrí los ojos.
Por el segundo de un segundo
sentí lo que el azteca,
acechando
desde el peñón de promontorio,
por las rendijas de los horizontes,
el incierto regreso del tiempo.

No, el año había regresado.
Llenaba todo el cuarto
y casi lo palpaban mis miradas.
El tiempo, sin nuestra ayuda,
había puesto,
en un orden idéntico al de ayer,
casas en la calle vacía,
nieve sobre las casas,
silencio sobre la nieve.

Tú estabas a mi lado,
aún dormida.
El día te había inventado
pero tú no aceptabas todavía
tu invención en este día.
Quizá tampoco la mía.
Tú estabas en otro día.

Estabas a mi lado
y yo te veía, como la nieve,
dormida entre las apariencias.
El tiempo, sin nuestra ayuda,
inventa casas, calles, árboles,
mujeres dormidas.

Cuando abras los ojos
caminaremos, de nuevo,
entre las horas y sus invenciones
y al demorarnos en las apariencias
daremos fe del tiempo y sus conjugaciones.
Abriremos las puertas de este día,
entraremos en lo desconocido.


January first

The doors of the year open, like the doors of language,
onto the unknown.
Last night you said: tomorrow we must draw signs,
sketch a landscape, hatch a plot on the unfolded page
of paper and the day.
Tomorrow we must invent, anew, the reality of this world.

When I opened my eyes it was late.
For a second of a second I felt like the Aztec
on the rock-strewn peak,
watching the cracks of horizons for the uncertain return of time.
No, the year came back.
It filled the room, and my glances could almost touch it.
Time, without our help, had arranged
in the same order as yesterday, the houses on the empty street,
the snow on the houses, the silence on the snow.

You were beside me, still sleeping.
The day had invented you, but you hadn't yet accepted
your day's invention, nor mine.
You were still in another day.

You were beside me, and I saw you, like the snow,
asleep among the appearances.
Time, without our help, invents houses, streets, trees,
sleeping women.

When you open your eyes we'll walk, anew,
among the hours and their inventions,
and lingering among the appearances
we'll testify to time and its conjugations.
We'll open the doors of this day, and go into the unknown.

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